El Perú Totalitario
Nuevamente, la derecha nacional se victimiza y alucina hoces y martillos en los postes de Luz del Sur.
Desde que llegó de casualidad a la Presidencia siete meses atrás, el General Stalin Vizcarra ha implantado una férrea dictadura en nuestro amado país. El Perú -conocido hasta entonces por su amable y constructiva oposición, su honesta y querida clase política, su incorruptible Poder Judicial- es hoy víctima de un totalitarismo caviar. Que lo sepa el mundo: un fascismo judicial corroe la vida cotidiana de sus desprotegidos ciudadanos. Todos vivimos paralizados por el miedo. Mamá Mamá Mamá.
Sorprende a los foráneos la celeridad de Stalin Vizcarra. No se explican cómo, en un país donde nada funciona, un enjuto moqueguano sin partido pudo controlar absolutamente todo el aparato estatal y mediático en apenas 200 días. “Ni el Tercer Reich”, apuntó Bello en su columna. Sorprende también la sagacidad de su principal aliado, Cezar Lavrenti Villaberia. Aunque todos sabemos de su parsimonia, su flojera y su costumbre de irse a su casa a las 5 de la tarde, es el más temido represor de estas tierras.
Al interior de la eficiente y todopoderosa Policía Nacional, Villaberia creó la NKVD, un organismo silencioso y ultra-secreto que funciona en el segundo piso del Edificio Palacio (Jirón de la Unión 264. Teléfono: 219-7000. Anexo: 1227). Aunque su labor oficial es mirar televisión todo el día y hacer reportes de prensa que Villaberia nunca leerá, su verdadero trabajo es seleccionar, perseguir y exterminar a los enemigos del régimen.
Pero no se engañen: la dictadura totalitaria de Stalin Vizcarra no elimina a sus enemigos con grupos paramilitares o comandos de aniquilamiento. El Comando Rodrigo Franco y el Grupo Colina son apenas caricias y maullidos de gobiernos democráticos y pusilánimes. El totalitarismo caviar va más allá. Utiliza algo más sofisticado, más cruel, más sangriento.
Los enjuicia.
Y lo transmite en vivo.
Por Facebook.
El mundo debe espantarse ante esta atrocidad. Qué es el Frontón frente a esto. Ni los hornos del SIN ardieron tanto. Los encargados de esta masacre son el fiscal Osip Dominguevich Perezov, una persona llena de odio pese a parecer el hijo de la novia del Gallo Claudio, y Richard Concepciovich Carhuanchov, un oscuro juez canero al que nosotros aplaudimos a rabiar cuando envió a Ollanta Humala nueve meses a Siberia.
Que lo sepa el mundo: hemos regresado a los Juicios de Moscú. Estamos en 1938. Y eso nos asusta aún más que el 3 de octubre de 1968.
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Por suerte, el Perú tiene a sus propios partisanos. Se hacen llamar la Resistencia: un grupo de valientes ciudadanos que arriesgan su vida desde la clandestinidad para imprimir samizdats, aparecer en RPP a las 8 de la mañana y publicar columnas de opinión en diarios de circulación nacional.
Una de sus líderes es Mariella Balbi, nuestra Juliana Crain. Esta semana, que lo sepa el mundo, Balbi logró publicar una valiente columna de denuncia en la estatal Pravda.21, pese a estar vigilada por la NKVD. Para ello, Balbi se disfrazó de Timoteo y salió de la clandestina casa de seguridad que utiliza en San Isidro para esconderse del sangriento régimen. Luego se metió a una cabina para enviar su columna, pero no lo pudo hacer porque el gobierno ahora bloquea el internet, como en China. Eso no detuvo a Balbi Timoteo. Ayudada por unas ratas del Partido Aprista, logró atravesar todo el sistema de alcantarillado de Moscú hasta llegar al Jirón Mirov-Kesadich. Allí fue descubierta por la policía secreta stalinista: nadie usa un disfraz de Timoteo con 25 grados Celsius. Balbi sacó su revólver y se defendió heroicamente. Los heladeros de D’onofrío utilizaron sus carritos para protegerla de las balas. Uno de ellos tomó su columna y la escondió en un Choco Sandwich de a sol. Cuando los esbirros del gobierno estuvieron a punto de matarla, Balbi, heroica, logró ingresar al Metro de Emancipación y pudo camuflarse entre los cabanossis. Allí esperó el toque de queda. Allí pasó la noche. Allí mismo, entre los quesos Edam y las jamonadas polacas, escuchó los gritos de los heladeros torturados por la NKVD, hombres valientes que se negaban a entregarla. Era el sacrificio necesario.
A la mañana siguiente, Pravda.21 publicaba su columna. El sol salía de nuevo.
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Por eso, el Perú necesita de la solidaridad mundial. La dictadura stalinista persigue a sus opositores. Controla la prensa. Maneja el Poder Judicial. Los ciudadanos de bien vivimos con miedo. Los Tudela. Los Osterling. Los de Althaus. El gobierno resentido vendrá por nosotros. Nos quitará nuestras cositas. Allanarán nuestros escritorios. Esto debe parar.
Debemos volver al Perú que siempre fuimos. Al Perú de diciembre del 2017. Ese Perú con Alberto Fujimori libre, con Keiko Fujimori fuerte, con Alan García en Madrid.
Ese Perú con un Ejecutivo arrodillado, con un Poder Judicial infiltrado, con el CNM en nuestras manos.
Ese Perú que controlábamos.