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“La derecha nunca nos ha gobernado”

Realidades paralelas en un país de caricatura. 

Publicado: 2017-09-29

Media derecha en el Perú ha leído solo tres libros: “El Otro Sendero”(1), “La Rebelión de Atlas”(2) y un resumen de dos páginas de “La Sociedad Abierta y sus enemigos” creyendo erróneamente que eran las memorias de Pedro Beltrán(3)

Nada más. El resto son Power Points que muestran en sus reuniones de directorio y cuadros donde encuentran una relación positiva entre la confianza en los salones del Westin y el desarrollo del país.

¿Es una parodia, señor León Moya? No lo creo. Solo así se explica una frase que se ha vuelto el mantra de esta (media) derecha:

“La derecha en el Perú nunca ha gobernado”.

Una de sus variantes fue usada ayer por Francisco Giuffra :

“Lo poco de ‘derecha’ que hemos tenido, si se quiere, ha sido el modelo económico de los últimos 25 años”.

Para la pelota. Písala. Pausa(4). A ver: ¿qué tenemos en esta aseveración?

Primero, que el Perú es solamente un “poco” de derecha. Segundo, que ese poco, ese poquito, esos minúsculos granitos de derecha que vuelan sin destino por los aires del Perú son nada más que el insignificante, ridículo y prescindible modelo económico.

Sigamos este fino argumento hegeliano. El modelo económico, aquello por lo cual lloran, gritan, gimen, golpean, suspiran, escupen y babean, es “lo único” que tenemos de derecha en el Perú. Y eso, según Immanuel Giuffra, vale poco, casi nada. 

Entonces, ¿qué más se necesita para afirmar que, en el Perú, la derecha es hegemónica y gobernante?  

Una primera opción sería que exista un grupo económico, defensor del statu quo, que controle casi el 80% de la prensa escrita y un par de canales.

Una segunda opción sería tener una Iglesia católica fuerte a nivel de élites y unas iglesias evangélicas con un nivel de presión cada vez más grandes, ambas con agendas claramente conservadoras con algunos toquecitos medievales.

Una tercera opción sería que el Gobierno y el Congreso coincidan, pese a todo, en mantener el capítulo económico de la Constitución tal y como está.

Una cuarta opción sería que simplemente no existan políticos en el país porque su sola existencia distorsiona el mercado, salvo Hernando de Soto, a quien podríamos declarar Emperador con el nombre de Maximiliano Hernando I y construirle su propio Castillo de Chapultepec.

Tras releer estas opciones una y otra vez, concluyo que las tres primeras son fururú farará que solo niegan la realidad: a saber, que el Perú sigue siendo un país estatista e izquierdizante. En cambio, la cuarta opción podría acercarnos levemente al centro.

Para mayor certeza, busqué más columnas de G.W.F. Giuffra. En efecto, encontré que “la doctrina de la defensa del consumidor” es “el nuevo camuflaje de los enemigos del capitalismo”, con lo cual Yohny Lescano es ligeramente Lenin. De este modo, meterse con el chocolate Sublime convierte al ministro de Agricultura de un gobierno tecnocrático y empresarial en “un buen integrante de un gobierno izquierdista, antiempresarial y controlador”, básicamente Jorge Fernández Maldonado.

La clave del estatismo peruano, según esta Teoría General, es la regulación. Pedir regulación en las etiquetas de los productos alimenticios podría acercarnos, peligrosamente, a Corea del Norte y a su unidad monocromática . La regulación es casi siempre “populachera” y “contaminada de política”. Salirse de este marco lo convierte a usted en el Rey Filósofo, es decir, Abimael Guzmán; solo vale el Rey Empresario Sin Reglas.

En suma, hay empresarios y columnistas que viven en una realidad paralela. Allí, el Perú no es de derecha ni nada parecido, sino que está controlado por caviares y estatistas reguladores que apenas dejan espacio para respirar. En esa misma Federación Intergaláctica existe también un planeta habitado por humanoides que culpan de todo lo anterior a un caviar invasor llamado Mario Vargas Llosa.

¿Realmente a nadie le sorprenda ya que le digan caviar a Vargas Llosa? ¿El padrastro del neoliberalismo en el Perú, caviar? Y sí, sostengo lo de padrastro del modelo: habría que ser bastante inútil para creer que Hernando de Soto, por sí solo, hubiese podido tener algún éxito con su discurso vacío y bobalicón. Claro que no. Hacía falta la megalomanía del joven Alan García y la gran ingenuidad de Vargas Llosa. Aunque no pudo aplicar sus ideas, Vargas Llosa tuvo al menos la virtud de juntar a todos los neoliberales de la época para que luego Fujimori se los robase en manada. ¿Y ahora ese Vargas Llosa, por hablar de principios básicos del liberalismo político, es un caviar?

En todo caso, si hablamos de realidades paralelas, bien podríamos pensar en una versión criolla de Rick and Morty. Al final del capítulo, rodeado por liberales deformados que creen que Pura Vida es leche y Sublime chocolate porque así lo dicen los consumidores y buscan asesinarlo por izquierdista y envidioso, Rick Vargas Llosa logra encontrar una realidad paralela donde los muchachones de Libertad no se volvieron fujimoristas y sus herederos ideológicos hacen algo más que vivir en la endogamia del CADE y Perumin. Vargas Llosa sonríe. Suspira. Lagrimea. Busca al Vargas Llosa de esa realidad. Lo mata para poder reemplazarlo. Lo entierra en su jardín(5).


Notas al pie:
(1) Próximamente con prólogo de Pedro Castillo Terrones.
(2) Para una crítica de Ayn Rand, ver: De Soto, Hernando. “¿Cómo salvar a Atlas? La importancia de los títulos de propiedad en las novelas de señoras”. Diario El Peruano, 7 de abril de 1992. Pp.11.
(3) Es de Popper pero hablemos de Berlin. Mi tío Hobsbawm cuenta que este aceptó volverse sir Isaiah Berlin solo por una razón: complacer a su viejita. En: “Interesting Times: A Twentieth century life". Knopf, 2007. Pp.40.
(4) Para más referencias futboleras, léase "El Partido", de Andrés Burgo (Tusquets, 2016) y compare luego con “Ojo de Tigre”, de Pedro Canelo.
(5) Piénsese en un crossover entre los minutos finales de “Rick Potion #9” (S01E06) y el capítulo XVIII de “La Tía Julia y el Escribidor”.

Escrito por

Carlos León Moya

Contratista de Odebrecht.


Publicado en

Reforma Agraria

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